Buenas cibernautas!
En este post vamos a hablar sobre un alimento que todo el mundo conoce, pero que no a todo el mundo le es de su agrado, debido a su olor y peculiar sabor, el ajo. El ajo, también llamado Allium sativum, es una planta perenne de la familia de las liliáceas, con hojas planas y delgada. Su bulbo es lo que conocemos para la cocina, es la unión de todos los gajos o dientes de ajo, y cada uno de ellos puede dar lugar a una nueva planta, ya que en su base presenta un núcleo capaz de germinar. La característica pincipal de este bulbo es el olor penetrante y característico que resulta de cortarlo. Los principales componentes del ajo son aminoácidos, minerales, vitaminas (principalmente B6 y C), alicina, quercetina y azúcares.
PROPIEDADES
El ajo además de ser un condimento alimentario muy usado en muchas culturas, también tiene una serie de propiedades medicinales, para muchos desconocidas. Vamos a enumerar y describir brevemente unas cuantas y centrándonos en su relación con el cáncer, para relacionarlo así con el tema semanal elegido en el blog.
La alicina, es un potente antibiótico, eficaz en la eliminación de microbios y bacterias que causan enfermedades respiratorias y digestivas y además, elimina las bacterias nocivas sin dañar aquellas que son buenas para el organismo. Por ser uno de los mejores bactericidas, sirve para combatir procesos infecciosos del aparato respiratorio, desde una gripe hasta una bronquitis, también para tratamientos de vaginitis o prevención de enfermedades de transmisión sexual como puede ser la gonorrea. Es un poderoso antiviral, fue demostrado que los pacientes con VIH que incluían en sus dietas 5 cabezas de ajo presentaban un sistema inmune normal. El ajo es un gran desinfectante de la piel, ya que presenta propiedades bactericidas y funficidas, que nos pueden llegar a proteger de picaduras de mosquito, pasando por heridas, quemaduras o incluso de la sarna, verrugas y callos, aunque de estos dos últimos se trata de un tratamiento muy abrasivo y es importante aplicarlo solo sobre la parte de la piel afectada protegiendo los alrededores.
El ajo favorece a la circulación, ya que posee componentes sulfurosos que le dan propiedades antitrombóticas, evitando los coágulos y previniendo enfermedades como hipertensión, arterioesclerosis, ayuda a la presión arterial, a la angina de pecho y al infarto de miocardio. También se le considera un buen ayudante para nuestra digestión, estimula tanto al hígado como al páncreas, pero al ser tan fuerte se evita en personas con digestiones delicadas y problemas de úlceras. Además el ajo, es un gran diurético, favorece la eliminación de líquidos corporales, sindo beneficiosa para pacientes con gota, reumatismo, problemas de vejiga y con edemas.
El ajo contiene antioxidantes que sostienen los mecanismos de protección del cuerpo contra la oxidación y pueden ayudar a prevenir el Alzheimer y la demencia. Es esta oxidación causada por los radicales libres la que contribuye al proceso de envejecimiento. También parece tener resultados especialmente buenos en la prevención de los distintos tipos de cáncer que afectan al tracto gastrointestinal; esto podría deberse a su contenido de azufre, que parecen ser uno de los responsables de frenar la aparición de células cancerosas en e instestino, estómago e hígado.
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